El concepto del Ikigai como recurso para desarrollar un buen propósito de marca

Karla Vargas
4 min readSep 4, 2020

En el artículo anterior “Propósito de marca: más que una moda, una necesidad”, comprendimos que la definición del propósito es fundamental para las empresas de hoy, ya que permite seguir siendo competitivos en el mercado, a través del impacto que puedes producir en tus usuarios, en tus colaboradores y en la sociedad.

Y para dar el siguiente paso, en este artículo vamos a utilizar el concepto de Ikigai para entender las condiciones ideales que nos permitirán desarrollar o reformular un buen propósito, acorde a las necesidades y particularidades de tu marca, empresa u organización.

Ikigai: la razón de ser

Para eso nos iremos un momento (metafóricamente) al lejano oriente, a Okinawa, Japón, lugar donde caen pétalos de cerezos en jardines y también donde nace el Ikigai, elemento crucial para hallar el propósito de nuestra marca.

El Ikigai es un concepto que significa “la razón de ser”, que según la cultura japonesa todos poseemos y que para encontrarlo debemos hacer una búsqueda profunda hacia nosotros mismos, hasta el punto de equilibrio entre lo que somos buenos, lo que amamos, aquello por lo que nos pueden pagar y aquello que necesita el mundo. ¿Suena familiar?

Para esta travesía introspectiva propongo utilizar el Ikigai como una forma de responder estas preguntas en un orden determinado y así, hallar el propósito de nuestra empresa, su razón de ser y que evidentemente busca ser coherente con los valores de tu empresa y perdurar en el tiempo.

1.- ¿En qué somos buenos?

En un principio lo mejor es partir desde el interior con lo más fácil y concreto: aquello en lo que somos buenos. Parte por dejar de mirar al resto y comienza a reconocer tu propuesta de valor, tus ventajas competitivas, las fortalezas de tu equipo, la historia y las características de la empresa y todos elementos que permiten establecer una identidad, porque todas las organizaciones tienen una identidad.

Si llevas tiempo en el mercado y al hacerte esta pregunta crees que no tienes los datos y las herramientas para contestarla, es que no has mirado bien hacia el interior de tu empresa y necesitas reconocer lo que ya has construido, esta es la dimensión personal del propósito. Está ahí.

2.- ¿Por qué me pagarían?

El segundo elemento que podemos considerar del Ikigai en este proceso es identificar aquello por lo que nos pueden pagar, que en nuestro caso corresponde a la relevancia que le otorgamos a los objetivos financieros de la empresa en la construcción del propósito. Un buen propósito es aquel que al interiorizarse, contribuye a la consecución de nuestros indicadores financieros de éxito. Por otro lado, no estamos hablando de algo etéreo, tiene que tener relación con lo que vendemos y cómo vendemos.

En este sentido es importante hacer un balance entre lo trascendente y lo concreto, entre lo altruista y lo transaccional. Para eso será bueno preguntarse en términos concretos ¿qué sucede en el mercado actualmente? ¿Quiénes son los principales competidores? ¿Quién es mi consumidor y qué propuestas de valor busca? Desde lo filantrópico, también debemos cuestionarnos ¿qué valores comparte mi público objetivo y qué causas le interesan?

Entonces, tenemos dos conceptos importantes en “por lo que te pueden pagar”: tus objetivos financieros y los objetivos de tu cliente, lo que tradicionalmente se define en el modelo de negocios.

3.- ¿Qué amo hacer?

Para que un propósito sea sostenible en el tiempo debe considerar también aquello que amamos hacer. En el ámbito organizacional, este elemento del Ikigai se puede entender como el reconocimiento del punto de vista de las personas y la cultura organizacional en la definición de un propósito, en que les haga sentido a ellos también, para que amen y cuiden la organización. Ya no se puede definir algo tan importante como el propósito de la empresa a puertas cerradas entre un grupo de gerentes, ahora se debe socializar y levantar el propósito junto a los colaboradores.

Las preguntas que pueden guiar este punto son ¿cuál es el way of working del equipo? ¿Qué características tienen mis colaboradores? ¿Qué buscan con trabajar en la empresa? ¿Cuál es la cultura de la empresa?

4.- ¿Qué necesita el mundo?

Cuando ya tenemos claro el ejercicio introspectivo de los puntos anteriores, será más sencillo abordar aquello que necesita el mundo y que nosotros podemos hacer por mejorarlo, ya que las empresas también son entidades con responsabilidades que forman parte de la sociedad. Para ello debemos entender qué es lo que está pasando en el panorama político, social, cultural y medioambiental y buscar comprender qué está afectando a tus consumidores y también a tus colaboradores.

En este sentido, conocer los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU son un buen mapa para comenzar a explorar. Puedo elegir por ejemplo, la temática de la equidad de género, sin embargo, si ésta no tiene ninguna relación con lo que hace mi empresa o con mis consumidores, no es el camino ideal. La finalidad es que la causa resuene y se relacione con lo que haces y ahí incorporarlo a tu definición de propósito.

En el diagrama, en cada intersección se encuentran diferentes motivaciones, sin embargo, en el punto exacto donde se reúnen los cuatro conceptos, se encuentra “tu razón de ser”, es decir, aquello que necesitas saber de tu empresa y del contexto en que se mueve, para desarrollar un buen propósito.

Como se darán cuenta, en el camino del Ikigai surgen diversos pasos, que implican acciones, actividades, reflexión e investigación.

Por ello, en mi trabajo como consultora de estrategia en Raya Brands hemos definido un modelo que nos permite explorar estos distintos ámbitos en una marca, para que puedan encontrar este punto de equilibrio y así construir un propósito sustentable en el tiempo.

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Karla Vargas

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